Reportaje a: Juan Franco

Inés Indart, otoño de 2014. Independiente intenta consolidarse en su vuelta a la competencia en serio, que significa participar por tercer año consecutivo del máximo torneo organizado por la Liga de Salto. Como tantas veces, a una mayoría de jóvenes indartenses se le han sumado un puñado de “refuerzos”, esta vez con la intención de mejorar lo hecho en los últimos dos años, sin embargo, hace quince días el equipo sufrió uno de las máximas humillaciones de la historia a manos de los hermanos Nicolás e Ignacio Colombini y el “Conejo” Banegas. Hoy el rival es el Sports del “Flaco” Nasta y, aunque al Comadreja le falten algunos titulares, vencer a uno de los “grandes” de Salto no será tarea fácil; sobre todo si, faltando treinta segundos para el final del primer tiempo, Germán Bartolino borra la sonrisa que se había instalado en los hinchas tras el gol de Jorge Reynoso.
El entretiempo me sirve para recordar alguna tarde de adolescencia vivida en esta misma cancha, cuando no existía el alambrado olímpico y los espectadores eran casi un rival más… Detrás de mí -ahora tejido mediante-, tres viejos conocidos, como si me adivinaran el pensamiento, me ayudan a revivir esos momentos tan añorados, pero lo que más atrapa de esta cancha rodeada de altísimos árboles, que sirven de platea preferencial para un trío de niños, y tapizada por hojas doradas, es la curiosidad por conocer la página más gloriosa de su historia, aquella que se escribió hace casi sesenta años.
-…Y del equipo del ’55, ¿queda alguien con el que pueda charlar?
A Tornatore, Gizzi y Fassano (mis interlocutores) se les ilumina el rostro, y entre los tres me dan una de las noticias más gratas desde que comencé a indagar historias y números de nuestro fútbol:
-“Quedan tres o cuatro de aquel equipo… Acá, a media cuadra, vive Juan Franco, el cerebro de ese equipo.”
-Para ser sincero, crecí escuchando las hazañas del “Patón” (Nerri) Franco, de quien sus contemporáneos dicen que pateaba más fuerte que cualquier otro, que desmayaba arqueros con sus remates, que él había sido el artífice principal de aquel campeonato… Casi nada había escuchado de su hermano Juan, aunque más de una vez había visto su nombre entre los autores de los goles, pero siempre doblegado por el “Patón”…
-“Bachicha” era el bueno… El “Patón” era un animal pegándole a la pelota pero, los dos mejores jugadores que dio Indart fueron: Juan Pedro Boyler, como defensor, y Juan “Bachicha” Franco, del medio para adelante.
Sorprendido y feliz por la noticia me preparo para ver el segundo tiempo, deseando que pase rápido para poder descubrir un capítulo único y, muy probablemente, irrepetible en estos pagos. Al final del partido no soy el único que agradece haber venido hasta acá: Jorge Reynoso, que a fuerza de goles ha obligado a que todos vuelvan a prestarle atención, acaba de marcar por triplicado, dándole a los Diablos Rojos una alegría que no vivían desde 1981, cuando Carlos Galicet anotó el único gol con que Independiente había derrotado por última vez a un grande, justamente el mismo rival de esta tarde.
La amabilísima esposa del prócer a conocer se disculpa por la ausencia de su compañero y me indica con lujo de detalles adónde lo voy a encontrar, por supuesto que después de interrogarme sobre el motivo de mi búsqueda.
FRANCO, BIEN FRANCO
-Por lo que se puede apreciar a simple vista, el bar que hoy intenta sostener Norberto (el hijo de ambos, que “pintaba bien” según su padre, pero sólo llegó a jugar algunos partidos en Independiente y en El Fortín de la Invencible), herencia del tío Alberto, mantiene intactas las costumbres y el decorado de antaño. En la única mesa ocupada, un mazo de cartas reúne a cuatro hombres y uno de ellos, por apariencia, me evita la primera pregunta.
-Buenas tardes. Tengo un partido importante y necesito alguien que me maneje el equipo… ¿Saben de alguien?
-“Y… acá estamos un poco viejos”. El hombre apuntado con la mirada recoge el guante y se hace cargo. Después de presentarme y de contarle el motivo de mi vista, nos sentamos en una mesa aparte. Sé que no va a ser tarea sencilla… Don Juan no es de muchas palabras y oye con dificultad, pero a la hora de responder no se anda con rodeos aunque suene presumido.
--Me contaron que Ud. era el cerebro del equipo…
-“Ah, sí. Si no andaba yo, el equipo no andaba. Jugaba de 5, y el medio de la cancha era mío… Después estaba mi hermano, el centrofobal, que era el encargado de hacer los goles. Yo le cortaba la pelota larga y eran todos goles… Nunca entraba al área; él de afuera, con cualquiera de las dos piernas, era gol. Era impresionante. Y ligero… ¡Muy ligero! Cuando le daban espacio para patear era gol. Desmayó dos arqueros pateando de afuera del área. A (Aldo) Mangini, que era muy buen arquero, le pateó casi del córner y lo desmayó. Había arqueros que le tenían miedo: Marquenló, no lo dejen patear, gritaban.”
-¿Y cómo empezó a jugar al fútbol?
-“En Independiente empecé a los 17 años... Mi padre no nos dejaba jugar, y eso que la cancha estaba cruzando la calle. Nos aguantábamos mirando a los otros. Ni en el patio de casa jugábamos… Pateaba algún cascote de vez en cuando y, cuando me podía prender en un picado, los gambeteaba a todos. Con mis hermanos empezamos a jugar cuando mi padre nos abandonó… Esa fue la suerte para nosotros…
Yo era muy inteligente para jugar, no se me escapaba nada. Y no era mezquino. Cuando agarraba la pelota mis compañeros se acomodaban para esperar el pase. Con la pelota en los pies era muy difícil que me la sacaran sin hacerme foul. En un partido contra Social, empecé a pisarla y me rodearon de todos lados, hasta que uno abrió las piernas y le metí el pase a mi cuñado (Orlando Boisserene), que hizo el gol… También me gustaba levantar la pelota con los tacos y pasársela por arriba de la cabeza a los defensores. ¡Si la habré hecho veces a esa cuando no tenía por dónde pasar…!
-¿Cómo aprendió a hacer esas cosas en esos años, sin televisión…?
-“Y… Cuando a uno le gusta el fútbol, aprende. Una vez vino un equipo de Buenos Aires, vi a un jugador levantarla con los tacos… Si él la hace, ¿por qué no la voy a hacer yo? La practiqué y me salió en la primera… Tenía facilidad para aprender. Un día, mi hermano Alberto vino con que le había visto pasar la pelota de una pierna a la otra a Ermindo Onega, y también se la copié…”
Inés Indart no ha sido indiferente al paso del tiempo… Del pueblo que antaño estuviera irreconciliablemente divido por la vía, peronistas y radicales, Independiente y Social, solo queda el recuerdo. Hasta muchos apellidos tradicionales se han ido esfumando por falta de descendencia o porque los jóvenes decidieron marcharse del pago persiguiendo nuevas inquietudes. El tren hace un largo rato que dejó de pasar, los ideales políticos han ido mutando y el fútbol lleva décadas sin clásico. Pero, hubo un tiempo en que la pasión estaba a flor de piel…
-“¿Los partidos más recordados? ¡El clásico de acá! Entre los jugadores éramos amigos afuera de la cancha, pero adentro no había amigo que valga, eran a muerte, pero sin mala intención… Lo que había que tener cuidado era con los hinchas que, si los dejaban, se sacaban los ojos…Pero, nunca pasaban de los gritos. Ojo, antes de que yo empezara a jugar sí hubo algunas grescas…
Recuerdo clásicos bajo la lluvia, la cancha llena de barro, la pelota pesada… Una vez llovía tanto que no se veía a veinte metros, faltaba poco y perdíamos 3 a 1. Algunos hinchas de Social se fueron a ordeñar las vacas para la chocolatada y cuando volvieron ganábamos 4 a 3. Primero, como la cancha era un charco, le metí una pelota por arriba a Patón y él les hizo un globo en la red; enseguida hizo el empate, al rato hice el cuarto, con un tiro libre como de cuarenta metros que el arquero quiso cancherear, y después le metimos el quinto... No sé si el chocolate alguno se lo tómo, yo creo que lo tiraron.”
-¿Usted también pateaba fuerte?
-“Sí, pateaba fuerte… Con pelota parada, más que Patón. Ahora, con pelota en movimiento, él era un animal.
Goles hice muchos… Más de una vez, cuando el árbitro preguntaba quién lo había hecho, le decíamos: el 9, y Patón salía goleador todos los años…
-¡¿Cómo?!
-“Sí, jajaja. Un año hice 27 goles y Patón 16, pero salió goleador él, jajaja. Éramos muy compañeros… ¡Qué lindas épocas! Tantas historias…”
-Cuénteme…
-“Acá el día domingo no se hablaba de otra cosa que de fútbol. Era impresionante la gente que iba a la cancha…
Yo andaba en la cortitriya… Me iban a buscar a las tres, a veces llegaba cuando ya estaban jugando… ¡Qué manera de correr! Y después me llevaban de vuelta al campo. Hasta las doce, una de la mañana… Hacíamos mucho sacrificio, pero era lindo...
En invierno había que calentar el cuerpo, y a veces un traguito me tomaba antes del partido. Los domingos que estaba en el pueblo, a la mañana íbamos al bar y algún copetín nos tomábamos…”
¿Alguna vez entró a la cancha pasado de copas?
-“Sí, una vez, contra Arroyo Dulce. Veía pasar la pelota cerquita… Le daba soga pensando que la iba a agarrar… ¡qué iba a agarrar! Fueron unos diez o quince minutos así, hasta que agarré una pelota, gambeteé a un montón y listo, ya se me pasó.”
-¿Y algún partido contra Compañía, Sports, Defensores?
-“Recuerdo un partido con Defensores… No iba a jugar porque tenía un dolor en la cintura que casi no me dejaba caminar. Como faltaban jugadores entré y me paré adelante. En el primer tiempo (Oscar) Britos, un wing izquierdo que venía de Independiente, los volvió locos a mis compañeros, entonces en el entretiempo les dije: déjenmelo a mí. Me le paré bien cerquita y no se la dejé tocar… En un momento no daba más y estaba por salir, cuando patea Patón, la pelota rebota en el arquero y me cae a mí, parado en el medio de la cancha contra la línea de costado, pateé de primera y la metí… ¡y el árbitro cobró orsai! No lo podía creer. Terminamos cero a cero.”
-También jugó en Sports…
-“En Sports me pusieron de “11”, allá solo en la punta… Fui unos partidos y no quise ir más. Mi fuerte siempre fue de “5”, parado en el medio de la cancha. Podría haber jugado de “9” o de “8”, pero de “11” no me gustaba… Aunque jugué en todos los puestos: Hasta atajé dos veces. Capaz que hubiese sido un buen arquero… Medio fantástico a lo mejor, jajaaa.”
Después del frustrante paso por el Comadreja volvió a Indart, pero a la vereda de enfrente. Por ahora solo les adelanto que fue en un trueque por el otro gran jugador que dio esta tierra: el Negro Juan Pedro Boyler.
-“Al año siguiente (1964) con “Quito” (su hermano Alberto) que jugaba muy bien y había ido a Defensores cuando yo fui a Sports, nos fuimos a Unión de Carabelas, adonde salí goleador los dos años que jugué… ¡Setenta y pico goles, hice! Quito jugaba de “10” y yo de “9”. Había muy buenos equipos y salimos campeones ganándole las finales a Colonial de Ferré con cuatro goles míos entre los dos partidos.”
-¿Y el Combinado de Salto?
-“Siempre estuve citado al Combinado, pero no me gustaba ir porque sentía que me hacían a un lado… Se la jugaban entre ellos y yo los miraba. Jugué en el Juvenil y después dos o tres partidos en el Combinado. Prefería pedir un certificado médico y no ir a jugar.”
-¿Admiró a algún jugador rival?
-“Había muy buenos jugadores… A mí me gustaba ver a De La Colina (Juan Héctor, Defensores de Salto 1951/54), que era completo, (Jorge) Zago, (Héctor) Perrone (glorias de Sports Salto entre 1953 y 1958)…”
-¿Se pegaba mucho en esa época?
-“A mí me gustaba pisarla y gambetear, así que alguna patada me ligaba… ¿Los más bravos? El “Negro” (Benito) Luna, de Gahan, (Luinor) Cianciarullo de Defensores… un día me desquité: lo trabé justo y voló por arriba mío… Y eso que era fuerte y grande… (Roberto) Recchio… ¡Cómo se tiraba a los pies! Por suerte yo le tenía el tiempo y lo saltaba… Como a “Buby” Gizzi, otro que le gustaba tirarse al piso. En Sports estaba el “Turco” (Genaro) Pérez, que era bravo… Un día el árbitro me quería echar porque lo trabé a este Pérez; al rato viene que (José) Casamajó choca con (Ignacio) Bolognese -ese día perdió un riñón- y fui yo al arco. Casamajó me vino con todo y lo pude esquivar, agarré la pelota y le metí un pelotazo, y el árbitro me terminó felicitando… No, a mí nunca me echaron de una cancha. Otro que pegaba era Luis Laviña… Tengo dos tapones marcados en la canilla todavía. Voy a patear al arco y se me tira con los dos pies para adelante… Saltaba la sangre a chorros. Del tiro libre le hice el gol.”
-¿Y las canchas? ¿Se podía jugar bien en aquellas canchas?
-“Las canchas estaban bien… La peor sería la nuestra, e igual estaba buena.”
-¿Y los botines…?
-“Con los Sacachipas se complicaba un poco, cuando te los ponías eran chicos y cuando ibas a patear eran grandes, jaa. Los de cuero eran buenos…”
Afuera está cayendo la noche y en el televisor “su” Boca ya ganó un partido sin mayor importancia.
-Gracias por todo Juan. Nos vemos en quince días, cuando Independiente vuelva a ser local, y seguimos charlando.
-“Como usted guste.”

MARCADORA A SOL Y SOMBRA
Ya quedó claro que Juan Arnaldo Franco fue un dotado física y mentalmente como futbolista, pero su mejor conquista fue fuera del campo de juego.
Belia Boisserene es una mujer adorable desde el primer instante: Amable, cordial, hospitalaria y, para regocijo de este periodista, locuaz y memoriosa, aunque la primera referencia sea más que nada un pase de factura a su compañero de toda la vida: -“Después de los partidos había bailes y Juan volvía a las dos o tres de la mañana; sin embargo… acá estamos.”
-“Jugué desde los diecisiete hasta los treinta y siete…”
-“Lo conocí jugando al fútbol y dejó cuando ya los chicos (Norberto y Nora) eran grandes…”
Y acá están, después de más de sesenta años, aferrándose a la fiel compañía, esa que permitió que la vida sea menos ingrata de lo que pintaba:
-“Juan tuvo una infancia triste: Vivían enfrente de la cancha, pero iba a jugar descalzo y a escondidas porque el padre no lo dejaba estropear las zapatillas… Un día Juan se le plantó al padre cuando este le quiso pegar a una de sus hermanas, el padre tuvo que escapar y nunca más lo volvieron a ver.”
-“Ella tampoco la tuvo fácil…” (Acota Juan, uno de nueve hermanos; cinco varones, de los que cuatro jugaron en Independiente.)
-“Mi madre falleció cuando yo, que soy la menor de ocho hermanos, tenía tres años. Como mi padre trabajaba de campo en campo, hasta los doce años deambulé por las casas de mis parientes, pero mi padre estuvo siempre presente… Fue el mejor padre del mundo y me cuidó más que cualquier madre.”
-¿Y a usted le gusta el fútbol?
-“Siii, siempre me gustó. Uno de mis hermanos jugó en Independiente, otro era el utilero, y soy prima hermana de Juan Beretervide… (Gran jugador de Defensores en los ’40).
Era muy lindo el fútbol acá. Cuando se enfrentaban Independiente y Social era bravísimo. Una semana antes y una después no se hablaba de otra cosa.
En un partido contra Social, Juan hasta último momento no iba a venir, porque estaba castigado en el servicio militar. Un sargento ayudante, de apellido Sanz, hizo que lo dejaran salir y, cuando ya estaban listos para entrar a la cancha, Juan bajó de un auto ya cambiado. Los de Social se querían morir cuando lo vieron. Ese día ganaron… Juan y Patón eran los más importantes.
Patón era un tipo divertido, jodón, muy extrovertido… Le gustaba mucho hablar de fútbol. Juan es muy reservado… Acá a Patón y a Juan los tenían como dioses.
Patón era el famoso porque hacía goles pero, dicho por mucha gente, “Bachicha” era el mejor: él gambeteaba a cuatro o cinco y se la daba al hermano… Él estaba seguro que Patón lo hacía: ¡tenía una patada y una seguridad para el arco! Pero Juan, ¡que los bailaba, los bailaba! ¿Sabe la gente cómo gritaba cuando Juan empezaba a pasar a uno y a otro?
Cuando salíamos nunca le querían cobrar la entrada al cine o a un baile… Al final ya no íbamos por vergüenza.”
-“A ella le encanta el fútbol… No va a verlos porque se hace mucha mala sangre… Yo no, ya ni hablo de fútbol. Con los chicos de ahora no se puede hablar… se creen que se las saben todas.”
-“Él es muy vanidoso… Las veces que fue a la cancha criticaba a todo el mundo. Claro, como él jugaba muy bien, no había nadie que lo conformara.”
-“Pero si agarran la pelota y no saben qué hacer.”
-“¡Ve, siéntalo como habla! A mí me da una rabia…”
-“Antes de agarrar la pelota uno tiene que saber qué va a hacer.”
-“Él se pone loco cuando empiezan a jugar para atrás y se la dan al arquero…”
-¿Y cómo fue cuando Juan jugó en Social?
-“El año que estuve en Social le ganamos las dos veces a Independiente…”
-“Y yo me venía llorando de la cancha… Hinchaba en contra de él. Ellos eran del otro lado de la vía… Yo soy de Independiente desde que nací.”
Juan dice una y otra vez que el fútbol ya no lo atrae, pero el televisor, desde que llegué a su casa está clavado en el clásico madrileño…
-¿Le hubiese gustado ser futbolista profesional?
-“Seguro que me hubiera gustado jugar en Buenos Aires… Me fui a probar a Independiente de Avellaneda, pero no me quisieron, y eso que me hice un picnic con los de Tercera jugando para la Cuarta. Me probaron y después me dijeron que, como no tenía edad para Tercera, me daban un año a All Boys y, según cómo andaba, veían qué hacían… y me volví. Apareció una posibilidad en Unión de Santa Fe, pero no me gustó irme allá. Cuando hice el servicio militar en Junín -un año y siete meses- jugué en B.A.P. y en Villa Belgrano y me fueron a buscar de Sarmiento; me alquilaron una casa para que vaya a entrenar, jugué dos o tres partidos y me agarró paperas, me vine a Indart y no fui más, y eso que me llamaban todos los días para jugar la final.
Veo a los que juegan ahora… Sacando a Maradona, me hubiese gustado enfrentarme con ellos… No me gustaba jugar de defensor, pero sabía marcar muy bien, quitaba y me iba para adelante y otro me cuidaba la espalda.
No me arrepiento… Fui muy feliz jugando acá… Era querido por todo el pueblo. No hay nada más lindo que jugar al fútbol… En realidad, cuando uno es joven todo es más lindo, jeee.”
UN CAMPEÓN PARA LA HISTORIA
En 1952 Independiente se había adjudicado el “Torneo Extraordinario”, que de extraordinario solo tuvo el nombre, ya que no fue más que lo que más tarde se conocería como Torneo Preparación.
Si bien fue un hito para la época que por primera vez un equipo de “campaña” se adjudicara un título, la mejor página de los Diablos Rojos de Inés Indart se escribiría tres -o cuatro- años más tarde.
El 15 de mayo de 1955 comenzaba el Campeonato Salto que resultaría el más largo de la historia: El último campeón, Sports Salto, con los ya célebres Mangini, Pinzón, Touza y Perrone vencía ajustadamente a San Martín, Defensores, con dos goles de Maderna, derrotaba a Alumni, el Centro Recreativo Gahan, con la gran mayoría de los consagrados dos años antes, se sacaba de encima a Social de Inés Indart y Compañía por un rato dejaba de extrañar al “Ñato” Conti goleando a Social y Deportivo Juan Domingo Perón de Arroyo Dulce. Independiente debía esperar hasta la segunda fecha para debutar en el torneo y cosechar los dos primeros puntos ante Alumni, mientras el CRG -vencedor de San Martín- quedaba como único puntero por los empates del Comadreja en Arroyo Dulce y de Loros y Lagartos en el clásico.
En la tercera fecha llegaba la primera prueba de fuego: Visitante del siempre difícil Compañía, tan difícil para el Rojo, que de esa cancha solo se había llevado dos empates -veinte años atrás- en once visitas, y que de los últimos cinco viajes había vuelto con cinco o más “pepinos en la canasta”. El Norte tituló: Perdió Compañía 1 a 0 (Más que un título, una clara muestra de la poca consideración que siempre se le tuvo a los clubes de las localidades en la cabecera de partido y de las pocas chances que le adjudicaban a Independiente). El gol de Arsenio Pereyra, a 15’ del final, fue “el justo premio al entusiasmo puesto en la lucha”, en “un partido de escasas acciones técnicas pero de mucha movilidad, especialmente de parte de los visitantes” se podía leer en la breve crónica del match. La inédita victoria dejaba a Independiente como único tercero, detrás del CRG -cómodo vencedor del elenco peronista - y de Defensores -triunfador en su vista a Sports-.
La cuarta fecha trajo un rotundo 3-0 sobre Sports y el triunfo de Defensores sobre el CRG, por lo que la punta cambió de dueño e Independiente pasó a ser el único con puntaje ideal, pero a un punto del Loro, que aún no había quedado libre.
Imagino con la euforia que se debe haber vivido esa semana de junio en Inés Indart, después de derrotar a otro grande de Salto y en las vísperas de la visita a Gahan… No quiero ni pensar el baldazo de agua fría que debe haber significado el 5-1 que le propinaron los Lauricella y el “Negro” Fernando Flores… Para colmo, el eterno rival despachaba a Defensores y se le ponía a la par en la tabla.
-¿Recuerda algo de aquel partido, Juan?
-“Le daba la pelota a (Aníbal) Villegas al lado del arco y no pateaba… ¡Pateá al arco! le decía, ¿No ves que me están apuntando con un revólver? Me contestaba…
-¡¿Cómo?!
-Sí… En Gahan se ponían algunos atrás del arco y te mostraban el revólver… Si iban a tirar o no, no sé… Le dijimos al referee y los hizo sacar. En ese entonces había referees más o menos como la gente, no como ahora que la gente hace lo que quiere.”
Si había una forma de recuperar la autoestima, ¡¿qué mejor que derrotar al clásico rival?! Arsenio Pereyra, Hildo Pegni y Nerri Franco marcaron para el 3-1 que sirvió para mantenerse a un punto del Loro y a dos de Recreativo.
En la séptima fecha el empate en cero visitando a San Martín, la igualdad de Recreativo y Compañía, y el triunfo de Defensores en Arroyo Dulce, dejó al Rojo a dos unidades de los dos punteros; en la octava goleó al Social de Perón y alcanzó a Defensores -quedó libre-, pero no a Recreativo, que venció a Sports como visitante.
En la última fecha de la primera rueda el empate entre Loros y Diablos les impidió a los dos alcanzar a Recreativo, que esa tarde descansó, pero dejó entrever entre quiénes estaría la pelea por el título: Centro Recreativo Gahan 13 puntos, a uno Defensores e Independiente, a cuatro Compañía, a cinco Sports…
En el comienzo de la segunda rueda Independiente es espectador de la mano que le da su archirrival al derrotar al puntero, y el Loro, que vence ajustadamente a Alumni, pasa a encabezar la tabla de posiciones.
El 21 de agosto de 1955 se disputa la segunda fecha de las revanchas y Compañía, que se prende en la pelea, baja a Defensores, Recreativo, que retoma la punta, vence a San Martín e Independiente se mantiene expectante al derrotar a Alumni, pero el día queda en la historia por la marca de dos récords: Oscar “Polón” Chiari debuta en Primera marcando cuatro goles en la goleada de Sports sobre Social y Deportivo J. D. Perón 12 a 0.
Una semana después Recreativo, victorioso en Arroyo Dulce, saca una pequeña luz de ventaja merced al triunfo del envalentonado Sports sobre Defensores y el empate entre Independiente y Compañía. Del inigualable archivo del inolvidable Lorenzo Vincenty rescato este recorte de la época: “Una enorme concurrencia ($1.483 de recaudación) se dio cita en el field indartense para no perder detalle del empate entre Rojos y Verdes que se presumía como muy bueno… A fuerza de ser sinceros, admitamos que el match agradó. El juego no tuvo realmente lucidez -en el fútbol actual esto es ya imposible-, pero sí hubo de ambas partes parecidas y lógicas ansias de triunfo, generándose un juego de vibrantes aristas, donde el avance de uno era contestado de inmediato con iguales ansias por el otro. Apenas movida la pelota, avanzó en profundidad la delantera local y el centreforward Franco desde fuera del área incrustó la pelota prácticamente en el ángulo izquierdo del arco de Maestre e inauguró la cuenta. Demasiado lastre para la visita, que tuvo algún desconcierto, pero poco a poco fue reponiéndose, y de dominado pasó a dominador. Fruto de ello fue el empate conseguido por Lescano a los 25’, al conectar de voleo un córner tomado por Figueredo. Con las mismas o parecidas características se desarrolló la segunda etapa. Tal vez Compañía con el repunte de (Luis) Cepeda tuvo más dominio de campo. Precisamente tenía adelantadas sus líneas procurando ventajas cuando de nuevo Franco -todo peligro y oportunismo- burla a la defensa verde y con un shot rasante, entre el delirio del público adicto, pone de nuevo en ventaja a los suyos. Un poco más y hay una incidencia entre Pegni y Héctor Conti que motiva la expulsión del primero por intentar agredirlo. Se desorientan algo los Rojos, lo cual es muy bien aprovechado por Compañía que, por conducto de Marchissio, logra nueva y definitiva paridad en el score. Tal vez haya sido Compañía el que estuvo más cerca del triunfo, pero consideramos el empate como el resultado más lógico. Los locales tuvieron sus mejores hombres en Bolognese, Franco y Cipollone en la defensa y en Franco en la delantera. En Compañía todos más o menos parejos, sobresaliendo un poco Lescano y Marchissio adelante y H. Conti y Maestre en la defensa. Es necesario destacar pese al incidente entre Pegni y Conti, la corrección entre los jugadores y, en especial, del público adicto al local.”
En la cuarta fecha Defensores sorprende a Recreativo en Gahan, Sports e Independiente empatan, lo mismo que Compañía ante Alumni, y el campeonato se pone para el infarto: CRG 17, Defensores e Independiente 16 y Compañía 15, con la salvedad que los Rojos son los únicos que ya quedaron libres.
Una semana más tarde todo sigue casi igual: Independiente y Recreativo empatan en Indart 2 a 2 y Social vuelve a amargar a Defensores quitándole un punto en Salto. Compañía, libre, queda un escalón abajo.
La sexta fecha anuncia, como plato fuerte, el clásico de Indart. Los partidos están programados para el domingo 18 de setiembre pero, dos días antes, la “Revolución Libertadora” que derroca a Perón convulsiona al país y el fútbol no puede quedar al margen del caos. Luego de algunas reuniones en el seno de la Liga de Fútbol, se decide suspender el campeonato por tiempo indeterminado.
Después de más de seis meses, ya en 1956, se decide continuar el campeonato con un cambio significativo: El conjunto de Arroyo Dulce, por prohibición explícita del actual gobierno de toda palabra que tenga que ver con el expresidente, pasa a llamarse Social y Deportivo Arroyo Dulce.
Finalmente, el 23 de marzo los Rojos, con goles de los hermanos Franco, se quedan con el clásico. También ganan Defensores -a San Martín- y Recreativo -ante la no presentación de Alumni- y Sports a Compañía, por lo que los tres primeros se despegan definitivamente del resto.
En la antepenúltima fecha, en un partido de alto voltaje, Independiente golea San Martín 6 a 4, Defensores vence al Social de Arroyo Dulce, que finalmente estrena nombre, y Recreativo se lleva un punto de su visita a Compañía. Rojos, azulgranas y Loros quedan igualados con veintiún puntos pero, en las dos fechas que restan, Defensores y Recreativo tienen que quedar libre.
Penúltima fecha: Recreativo, que completa su fixture, vence a Sports e Independiente se trae un punto de su excursión a Arroyo Dulce. Defensores queda libre y a dos puntos de los gahenses y a uno de los indartenses, su próximo rival.
Pocas veces en la historia se ha dado un final así: En Gahan esperan el desenlace en Indart con la esperanza de enfrentar a uno de los dos en una final. Defensores debe ganar para acceder a esa posible final. El dueño de casa sabe que un triunfo los consagra campeones… Ni Rojos ni Loros se guardan nada y el partido finaliza en un 3 a 3 que habla por sí solo. Habrá final de campeonato y los “grandes” serán meros espectadores.
A horas de la gran final dialogamos -imaginariamente- con una de las figuras de Independiente, el joven Juan Franco:
-Dígame Juan, ¿cuál es el secreto de este Independiente?
-“Tenemos muy buenos jugadores, y el que no, lo hacemos jugar igual… Le damos la pelota y se las tiene que arreglar...”
-¿Cómo van a formar en la final?
-“Va a atajar Ignacio Bolognese, que era un muy buen número nueve pero, como no teníamos arquero, lo mandaron al arco y resultó un arquerazo; los zagueros van a ser “Chunga” (Armando Pereyra) y “Mene” (Ubaldo Leguizamón), que hacen una dupla impasable; después va (Oscar) Burgos, que es el único que no nació en Indart, yo y (Pedro) Cipollone; y adelante Arsenio Pereyra, un jugador algo lento pero de gran técnica, (Hildo) Pegni, que parece tener dos corazones y cuatro pulmones, mi hermano Patón (Nerri Franco), que si le dan un centímetro es gol, (Adolfo) “Pajarera” Gómez , un poco frágil pero muy hábil e inteligente, y (Aníbal) Villegas, un gran jugador de equipo.”
-¿Y cómo se preparan para enfrentar a Gahan?
-“Y, si la luna nos acompaña, vamos a entrenar en nuestra cancha después del trabajo, como cada vez que tenemos un partido difícil. Sabemos que Gahan es muy buen equipo, pero se le puede ganar… Tenemos la ventaja de que, tanto titulares como suplentes, somos todos de acá y trabajamos juntos: En la cosecha hombreamos bolsas y después cortamos ladrillos en el horno… Trabajos bastante pesaditos pero, cuando entramos a la cancha, nos olvidamos de todo.”
-¿Ya saben en qué van a venir a Salto?
-“Como siempre: todos juntos en la caja de un camión.”
-Muchas gracias y suerte, Juan.
-“Gracias a usted por el llamado, sabemos lo que cuesta conseguir la comunicación, y esperamos darle una alegría a nuestra gente, que seguramente va a estar toda el domingo en cancha de Compañía.”
Lamentablemente, aunque vengo buscando desde hace muchos años, no he podido encontrar el comentario de aquella final, pero el 1 a 0, dicen, refleja bastante lo sucedido aquel 29 de abril en el que Independiente -justo un día antes de su 26º aniversario- entró en la historia grande del fútbol de Salto.
-Por suerte aquí está viniendo Juan Franco, uno de los campeones… Cuénteme Juan ¿cómo fue la jugada del gol?
-“Nunca me voy a olvidar de esa jugada: Hubo un foul en el medio de la cancha, pateó (Ernesto) Bongiovanni -que finalmente jugó de 5 y yo de 10-, paré la pelota en la entrada del área y encaré entre los dos Casalongue y Urquiza, pasé, miré para atrás y vi que venía Patón, entonces pisé la pelota, seguí corriendo y se fueron todos conmigo… entró Patón y sacó un balazo impresionante. El arquero la agarró cuando la pelota volvió después de pegar en la red.”
-¿Qué siente en este momento?
-“Imagínese: Independiente siempre peleó los últimos puestos… Este es un grupo bárbaro, una muchachada muy buena… Esto es algo inolvidable… Yo creo que algo así no vuelve más.”

Tiene razón Juan… Difícilmente Inés Indart vuelva a vivir una epopeya igual; sin embargo yo sentí que usted, aunque sea por un rato, volvía a tener veinte años como aquella tarde.
CARLOS ABEL RIGGI
Abril de 2016
PD: Pocos días antes de terminar este homenaje, más que un reportaje -después de casi dos años-, me encuentro con Héctor “Buby” Gizzi, uno de los que, supuestamente, lo sufrió. Le cuento sobre la tónica de la entrevista y le pregunto sobre su veracidad -tal vez un rival no piense lo mismo que sus coterráneos-:
-¡Qué cacho de jugador “Bachicha”! ¡Nooo, quedáte tranquilo que no te exageró en lo más mínimo!
Perdone don Juan.
Aclaración: El equipo campeón, el camino al título y toda la historia de Independiente, encontrálos aquí: